Ahora que empieza el verano, el salmorejo se convierte en el Rey de los platos cordobeses, tanto en las casas como en los restaurante y tabernas.
Pero no siempre ha sido así. Aunque la historia del salmorejo parece que se remonta a tiempos de los romanos y las culturas precursoras de lo que actualmente es Córdoba, el salmorejo, tal como lo conocemos, sólo se comienza a cocinar tras la entrada en la Península del tomate después del descubrimiento de América.
Hasta entonces, lo más parecido al salmorejo que ha llegado hasta nosotros es la Mazamorra, considerada la precursora del mismo. Ésta, en la antigüedad, era cocinada sobre todo en las salidas al campo con el ganado en primavera y verano, pasando horas majando los ingredientes en un mortero de madera o piedra, hasta que conseguían una textura adecuada a base de almendras, pan, aceite, sal, vinagre y agua, siendo la única diferencia que la mazamorra se hace con almendras y el salmorejo con tomate.
Con el paso del tiempo, las dos recetas se han mantenido en Córdoba con diferentes variantes. Depende de la cantidad de agua que se le añada, el salmorejo se puede transformar en Gazpacho y la Mazamorra en Gazpacho de almendras. Ambos platos, servidos muy fríos, ayudan a combatir las altas temperaturas de nuestra tierra.
A la hora de servirlos se encuentran múltiples variantes. La mazamorra puede servirse con unas pasas, un chorreón de aceite de oliva virgen extra y unas almendras enteras, mientras que el salmorejo encuentra muchas más variedades de presentación: con jamón, huevo y aceite, con berenjenas fritas, con patatas fritas, con tortilla de patatas o incluso con atún, dependiendo de cada casa y de cada restaurante.
Seguro que has probado el salmorejo pero, ¿te has quedado con ganas de probar la mazamorra?